El señor con el que vivo

Una carta al amor que extraño

Hola, Novio. Hoy te escribo porque tengo rato sin hablar contigo de verdad. No sé en qué parte estás, pero espero que esta carta te llegue… porque no había podido escribirte antes. Casi me engañé. Casi pensé que ese señor con el que vivo ahora eras tú. Pero por suerte, escribiendo —como siempre— me di cuenta de algo que me asustó: que no eres tú, que solo se parece.

Ese señor me tiene aburrida. Se queja, está distante, y no transmite lo que tú sí: paz, ternura, intención. Tú eras manzanilla tibia. Él es café amargo y frío.

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El contraste entre tú y él

Él ronca con rabia. Tú roncas con ternura. Él ve problemas. Tú veías soluciones. Él espera que yo le diga qué hacer. Tú hacías sin que te lo pidiera. Él habla fuerte y escucha poco. Tú hablabas menos, pero escuchabas más.

Extraño tus abrazos, tus silencios, tus besos en la espalda cuando no los pedía. Quiero que ese tú que me miraba como si fuera magia vuelva. Porque sé que sigues ahí.

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Una petición desde el amor

Ayúdame a echar al señor. Haz que vuelva el tú que me hacía sentir extraordinaria. El que me calmaba, no el que me pesa. Yo sigo aquí, eligiéndote. Pero no al señor amargo. A ti.